terça-feira, 28 de julho de 2009

Comentario da Lección 04 - Andar en la Luz: Guardar sus Mandamientos

"La Escuela en el Aire" (Escola no Ar)

 

3to Trimestre del 2009 - Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan

Comentario da Lección 04 - Andar en la Luz: Guardar sus Mandamientos

 

 

Sabado, 18/7/2009 - › Andar en la Luz – Guardar sus Mandamientos

Nuevamente, el título de la lección es doble, y señala para una única experiencia. Andar en la Luz coincide con la obediencia a los mandamientos de Dios, esto es, quién anda en la luz guarda los mandamientos divinos. Todavía en este caso no podría decir "y vice-versa", como lo hice en la introducción del comentario de la lección anterior. Andar en la luz y guardar los mandamientos de Dios se equivale. No es posible una cosa sin la otra. Pero guardar los mandamientos ni siempre equivale a andar en la luz, cuando, por ejemplo, alguien los guarda por motivos incorrectos. Antes de convertirse, Pablo era irreprensible "cuanto a la justicia que hay en la ley" (Filipenses 3:6), pero estaba en tinieblas. De hecho el legalismo no reconoce el Plan Salvífico de Dios, pues el legalista estableció su propio plan (vea Romanos 10:3).

Debemos ser obedientes no para andar en la luz (lo que huele a legalismo), sino, porque andamos en la luz. Obediencia no es
 causa, es efecto. Andar en la luz de Dios es conocerlo; es conocer a Dios es amarlo; y amar a Dios implica guardar sus mandamientos. (Juan 14:15, 21; 15:10; 1Juan 5:2, 3; 2Juan 6)

A más del legalismo, hay aún otra forma de guardar los mandamientos inútilmente: es cuando lo hacemos no por amor sino, por mera obligación. Dice Ellen G. White a ese respecto: "Aquél que procura observar los mandamientos de Dios por un sentido de obligación apenas – porque le es requerido que así lo haga – jamás entrará en el gozo de la obediencia.
 No obedece. Cuando por contrariar la inclinación humana, los reclamos de Dios son considerados una carga, podemos saber que no se trata de una vida cristiana. La verdadera obediencia es la expresión de un principio que emana de lo interior. Se origina del amor a la justicia, el amor a la ley de Dios" (Parábolas de Jesús, pág. 97, 

Así, la observancia de los mandamientos de Dios es la evidencia de que alguien anda en su luz, que lo conoce y lo ama, pues es que esta triple experiencia genera vida en el creyente. Es verdad que ni todos los que guardan los mandamientos andan en la luz, pero es verdad también que todos los que andan en la luz guardan los mandamientos. No importa cuán elevada sea la profesión de fe, si no fuere consolidada por la obediencia, no será mas que un mero pietismo inocuo e inconsecuente, lo que significa desconocimiento de Dios; tinieblas y no luz.



Domingo, 19/7/2009 - › "Que Sabemos" 1 Juan 2:3-5

Esta es una cuestión crucial porque, dependiendo de lo que conocemos, de qué forma conocemos, y de cómo respondemos a lo que conocemos, podremos salvarnos o perdernos. La gran equivocación de los disidentes era la creencia de que el conocimiento
 gnosis salvaba, esto es, el simple conocimiento especulativo de Dios, el conocimiento al modo de ellos. Como dice la lección, "el énfasis estaba en la experiencia mística y mitos fantasiosos sobre Dios y la naturaleza de la humanidad. La salvación era obtenida, [así se creía] a través de ese conocimiento secreto, y no a través de una relación de fe con el Señor". Cuanto a eso, remitimos al lector al comentario del 13 de julio para un esclarecimiento adicional.

No es el conocimiento que salva, pues él puede limitarse a la teoría, y, entonces, no pasar, eventualmente, de "letra muerta". Ya decía George Herbert: "El conocimiento no pasa de necedad, si no fuere guiado por la gracia".

Mientras, la falta de conocimiento es, admisiblemente, factor de destrucción (vea Oseas 4:6) Conocimiento de la verdad es luz, y quién la rechaza andará en tinieblas – por lo tanto, estará perdido. Considerando que la verdad es, ante todo, una identificación de Dios (Vea Juan 14:6; 1Juan5:6), es que la vida eterna reside en conocerlo (Juan 17:3) paréceme bastante propio que el conocimiento que resulta en salvación es aquél que la Biblia normatiza como conocimiento empírico, práctico; no meramente conceptual o teórico.

Llego a decir que: excepto si secundado por el temor de Dios y amor a Él, aún el conocimiento teológico está lejos de ser el conocimiento de lo que Juan habla aquí. No es por mero acaso que muchos teólogos (no ASDs.por cierto) están más en las tinieblas que en la luz. De hecho, el mero conocimiento de la Biblia será de poco valor. Los Judíos contemporáneos de Jesús nos legaron una trágica evidencia de este hecho. Eran el pueblo de la Biblia en la época, alegaban hacer de ella el centro de sus atenciones, y acabaron crucificando a Aquél a quién las Escrituras señalaban. Esta es una seria advertencia para nosotros. La Biblia no será de genuino provecho en la medida en que, estudiándola, vengamos a intensificar nuestro relacionamiento con Jesús.

Y así descubrimos que el conocimiento que salva es aquel que conduce a su poseedor a una verdadera relación con Dios; es sentir su amor y responderle también con amor. Es dejarse cautivar por su amor y rendirle la vida en un vehemente anhelo de que Él opere en ella. Es tener el anhelo de ser transformado en una nueva criatura, engendrada por el Espíritu Santo para una vida de justicia y santidad, que se desarrolla con una profunda comunión con Dios. Entonces siendo miembro del cuerpo de Cristo, que es la iglesia, él disfruta de sano compañerismo con sus "hermanos" (1Juan 2:10), lo que no ocurría con los disidentes gnósticos (vs. 9, 11), con toda la pretensión de conocimientos que tenían.
 

Con el nuevo sentido de valor y misión, él se torna una bendición para la familia, los vecinos, su comunidad, la iglesia y el propio mundo; y la vida del reino divino se torna su vida, su estilo de vida bajo la soberanía del amor. En otros términos, su amor a Dios lo lleva a expandir ese amor en dirección a sus semejantes. ¡Qué experiencia!

A través de ella, el pecador ha cambiado sus predilecciones, sus gustos, sus prioridades, sus anhelos, su foco de atención, el propio centro motor de la existencia; en fin, como dice Champlin, "que los creyentes se apropien de la posición que poseen en Cristo, mediante acciones espirituales correctas, que se reflejan en la conducta diaria..." (R N Champlin,
 El Nuevo Testamento Interpretado Versículo por Versículo. v. 3, pág. 672).

Los proyectos y blancos de la nueva vida estarán vueltos para los intereses divinos, y él aplicará todo su empeño en conformarse cada vez más con los principios de justicia, estará determinado a avanzar en esa dirección, siempre disponiéndose a someterse a la voluntad de Dios. Todo eso es el fruto del verdadero conocimiento.
 



Lunes, 20/7/2009 - › Guardar los Mandamientos (1 Juan 2:3-5)

En cuanto 1 Juan 2:3 reafirma que la guarda de los mandamientos de Dios es una inequívoca evidencia de que la persona lo conoce, tenemos en el versículo 4 una de las más duras denuncias de la Palabra de Dios: quién dice que conoce a Dios "y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no está la verdad en él"

Profesar conocer a Dios y, al mismo tiempo no respetar su Ley ni pasa de una crasa hipocresía, contra lo cual Jesús fue enérgico en su pronunciamiento. Él profirió varios ayes sobre los hipócritas (vea Mateo 23) Lo más impresionante es que Él no dice "ay de los homicidas", o "ay de las meretrices y de los homosexuales", pero dice, más de una vez: "ay de los hipócritas" No que Él fuese favorable al homicidio, etc.; ¡muy al contrario! Mas, sin duda, porque consideraba la piedad apenas de fachada el mayor insulto a Dios. "La apostasía declarada no sería tan ofensiva a Dios cuanto la hipocresía..." (Patriarcas y Profetas, pág. 555) Realmente, el hipócrita es el pecador para quien menos esperanza existe. "Hay más esperanza para el pecador abierto, que para esa clase" Testimonios para la Iglesia, vol 5, pág. 144)

"Cuando conocemos a Dios, como nos es dado el privilegio de conocer, nuestra vida será de continua obediencia" (El Deseado de todas las Naciones, pág. 668) Eso porque el verdadero conocimiento de Dios es aquel que, según la lección, "forma la base de una relación de amor", cuando se habla de "relación de amor", es el amor recíproco que se tiene en vista. Conocer a Dios es reconocer su amor, lo cuanto nos ama demostrado por lo cuanto ha hecho por nosotros; y allí no hay como responder a todo eso sino dedicando nuestro amor a Él, que, semejante al de Él, será evidenciado por actos. Por eso se dice que quién, de hecho, conoce a Dios, lo ama; y quién lo ama, como ya notado, guarda sus mandamientos. Juan toca ese punto cuando dice: "Aquél, entre tanto, que guarda su palabra, en él verdaderamente ha sido perfeccionado el amor de Dios. En esto sabemos que estamos en Él". (1Juan 2:5).



Martes, 21/7/2009 - › ¿Qué Haría Jesús? (1 Juan 2:6-8)

No obstante, que la lección de hoy envuelva los versículos 6 al 8 de 1Juan 2, ella se restringe al versículo 6, quedando 7 y 8 para mañana. La pregunta que sirve de título implica el hecho de que Jesús es nuestro modelo en todos los aspectos y quehaceres de la vida. No se conoce a Dios sino conociendo a Jesús, y no se conoce a Jesús sino conociendo como Él vivió y actuó, y, entonces, viviendo y actuando como Él lo hizo.

El escritor acabara de realzar la necesidad de observar los mandamientos de Dios (2:3-5); entonces; en el versículo 6, él presenta el patrón de obediencia. No se obedece a los mandamientos de Dios meramente cumpliendo la letra de la Ley. Se espera más de aquél que conoce a Dios. Él lo cumplirá como Jesús lo cumplió. "Aquél que dice que permanece en Él, ese debe también andar así como Él andó".

Por ejemplo, tomando en cuenta su obediencia al cuarto mandamiento, preguntó: ¿cómo fue que Jesús guardaba el sábado? Congregando en ese día, diríamos, recordándonos de Lucas 4:16. ¿Pero será que sus actos de bondad y benevolencia en el sábado, principalmente aliviando el dolor y el sufrimiento humano, también no cuentan? ¿No estaría Él, por los milagros operados en ese día, alertándonos de que la simpatía por los seres humanos en sus necesidades es parte preponderante de la santificación sabática? ¿No estaría Él, en ese aspecto, siendo también un ejemplo para nosotros?

"Aquél que dice que permanece en Él, ese debe andar como Él ando". Y andar como Él ando alcanza el punto culminante en amar como el amó. Esa es la esencia del "Nuevo Mandamiento", de lo que trata la lección de mañana. Nos recuerda las palabras de Pablo en Romanos 13:8: "Quién ama al prójimo también ha cumplido la Ley". Mas tenemos que amar como Jesús amó.



Miercoles, 22/7/2009 - › El Mandamiento Nuevo ( 1 Juan 2:7-8)

Aquí Juan hace referencia al nuevo mandamiento de Jesús, mencionado en Juan 13:34: "Un nuevo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros; así como Yo os amé, que también vosotros améis los unos a los otros". ¿En qué sentido este mandamiento es nuevo?

Bien, recordamos que hay dos términos griegos principales vertidos "nuevo" en nuestras Biblias:
 néos y kainós. Los términos se distinguen uno del otro en su principal acepción: el primero significando nuevocon respecto al tiempo, esto es, reciente, que no existía antes, o nuevo en contraste con el viejo que el nuevo sustituyó; - y el segundo término connotando más la cualidad, o forma, o sentido de aquello que se dice nuevo. En otras palabras, algo que es dicho ser kainós no significa absolutamente que no existía antes, más que ahora se proyecta en un nuevo aspecto, o dimensión.

En Juan 13:34 se emplea el término kainós, pues el imperativo del amor antecede a lo que Jesús dijo; el nos viene de las páginas del Antiguo Testamento (vea Levíticos 19:18) Mas el mandamiento es nuevo en el sentido de tomar la forma de amar de Jesús, como patrón de amor a ser cultivado entre sus discípulos, Jesús confiere nuevo significado a un mandamiento ya existente que tiene por base el ejemplo supremo de amor visto en Él mismo. En efecto, Él es la más clara y altisonante demostración de amor dado a todo el Universo.

Él ahora estableció que esa forma de amor, o mejor, esa
 forma de amar, debería continuar entre sus seguidores; no que Él no amase más de aquel modo y en aquella medida, mas porque su amor, o forma de amar, se debería manifestar en sus seguidores, para conocimiento del mundo. Es por eso que, luego después de expresar el "nuevo mandamiento". Jesús dice: "En esto conocerán que todos sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos para con los otros". (Juan 13:35) Esta es la característica número 1 de la Iglesia verdadera.

Ciertamente, el contenido del cuarto Evangelio (incluyendo, es claro, las palabras del 13:34) era familiar a los destinatarios de las epístolas juaninas. Así, el escritor les recordó la necesidad de amarse los unos a los otros, y les dice que eso era al mismo tiempo un mandamiento "antiguo" (esto es, no de desconocimiento de ellos) y "nuevo (kainós)" (Esto es para ser entendido en la extensión del amor de Cristo). Él les estaba avivando la memoria y la consciencia para el hecho de que Jesús, decenas de años antes, ya había expresado ese mandamiento, de manera que amarse unos a los otros era un deber y más que deber, era privilegio de ellos. Ahora no deberían dejarse llevar por las falsas ideas que estaban siendo vehiculadas, las cuales, una vez aceptadas, los apartarían de esta comunión de amor.

Juan les dice que este mandamiento no les era nuevo precisamente porque lo habían recibido desde el principio. La palabra tiene dos sentidos posibles, aquí: hace referencia al momento en que Jesús se manifestó al mundo, o al momento en que los destinatarios oyeron y aceptaron el mensaje del evangelio. Tal vez la segunda hipótesis sea la más probable, frente a lo que el escritor dice al encerrar el versículo 7: "Este mandamiento antiguo [pues procede de la institución de la Santa Cena, cuando Jesús lo profirió] es la palabra que oísteis". Si así es, podemos estar en lo correcto de que la predicación apostólica de Juan, principalmente en sus últimos años, fue hecha con énfasis en el amor de Jesús. Se afirma que, estando el apóstol para morir, le preguntaron si tenía un último mensaje a dar, dice "Amaos los unos a los otros", y expiró.
 



Jueves, 23/7/2009 - › Amar Otros – (1 Juan 2:9-11)

El título de la lección de hoy aparentemente toca el amor del cristiano a todas las personas. Al final, Cristo, murió por el "mundo entero" (2:2), y es nuestro deber amar a todos. Aún más, Juan continúa, en los versículos 9 al 11 a exhortar a sus lectores en cuanto al amor fraternal, el amor mutuo a ser ejercitado entre los domésticos de la fe. Como la lección afirma, "en su epístola, Juan estaba interesado principalmente en la comunidad cristiana. Eso no significa que el negaba el hecho de que los cristianos son llamados a amar a sus vecinos y hasta a sus enemigos; mas no era esa su preocupación aquí. Él tenía otros problemas que resolver"

Ciertamente, esos problemas tenían que ver con los conflictos entre miembros de la iglesia, para los que concurrían los elementos disidentes citados. Juan expuso de manera severa su reprobación a ese estado de cosas, siendo bastante incisivo en sus declaraciones, nuevamente empleando el dualismo luz X tinieblas, del cual se valió al inicio de la epístola.

Por ejemplo: en 1:6 él declaró ser falsa la reivindicación de estar en comunión con Dios hecha por aquél que anda en las tinieblas; después, él afirmó que aquél que no ama a su hermano continúa en las tinieblas, aún profesando estar en la luz. Aquí se nota una estrecha relación entre estar en comunión con Dios y amar el compañero de fe.

Otro ejemplo: él dice que, "si andamos en la luz", mantendremos "comunión unos con los otros" (1:7); entonces, él prácticamente repitió esa aseveración con las palabras de 2:10 "Aquél que ama a su hermano permanece en la luz..." Combinando los dos textos, se ve que, "andar en la luz" corresponde a "Permanecer en la luz", y "mantener comunión los unos con los otros" , a "amar a su hermano". No hay duda de que el amor fraternal envuelve, como ingrediente básico, la comunión de unos con los otros en la iglesia.

Bien, Juan realmente dice: "Aquél que odia a su hermano", en lugar de "aquél que no ama a su hermano". Mi intensión no fue alterar lo que está en la Biblia (Dios me libre de tal sacrilegio), sustituyendo "odiar" por "no amar". Quise apenas resaltar que, según el Evangelio, no amar equivale a odiar. Normalmente, no pensamos así, pues si – A, no ama a B, no significa necesariamente que A odie a B; puede ser que simplemente no lo aprecie, no simpatice con él, etc. Hay algunos que hasta afirman que lo contrario de amar no es odiar; es ser indiferente.

No es así para Juan en sus ponderaciones. Para él, falta de amor es presencia de odio y vice-versa. Para que alguien odie, no es necesario que se manifiesten los sentimientos propios de odio (execración, animosidad, rencor, aversión. Etc.) basta que no ame. Juan continúa en el contexto del "nuevo mandamiento" y, en una comunidad en que la orden de "amaos los unos a los otros" es soberana, no habrá indiferencia con relación a quien quiera que sea, si esa forma de decir: "no voy con la cara de fulano", o cosa parecida. Hasta cierto punto, es natural que existan personas de nuestra predilección, aquellos de quienes nos aproximamos más, que se tornan más íntimos nuestros, Eso es propio en el proceso de la amistad, pues hasta Jesús tuvo discípulos más allegados.

Eso, todavía, jamás puede ser hecho en detrimento de quien quiera que sea. Según la lección, odio, en la Biblia, se aplica también "a dar preferencia a una persona y no a otra o la negligencia de alguien". Nuestra convivencia jamás debe llegar a las rayas del favoritismo indebido, o de la segregación degradante. Cuando recibido plenamente en el corazón, el amor de Jesús derriba las barreras sociales de cualquier naturaleza, de manera que no haya límites o fronteras para el amor fraternal. El se extiende, pues Aquél que promulgó el nuevo mandamiento, también ordenó que amásemos aún hasta a nuestros enemigos (Mateo 5:44).

Entonces, si alguien no actúa de esta forma, es porque no permitió aún que el amor de Jesús se apodere totalmente de él. Y si eso no ocurrió, él aún está en tinieblas, con dos inevitables consecuencias: estar sujetos a tropiezos y aún sin saber para donde ir; todo debido a la ceguera espiritual. En otras palabras, está perdido sin tener conciencia de ese triste hecho.



Viernes, 24/7/2009 - › Estudio Adicional

El crecimiento espiritual tiene como resultado la madurez cristiana. Esa madurez no es algo que se aprende de la experiencia ajena. Las lecciones que podemos aprender de la experiencia de otros es limitada, porque ella apenas señala los resultados, pero la esencia de la percepción de la práctica, con sus motivaciones, límites, intenciones y metas solo pueden ser percibidos por la vivencia.

La escalada espiritual es una vía ascendente que lleva para adelante y para lo alto. Ella no permite estancamiento. En ella nadie queda estático, parado. En ella nosotros somos como un vehículo sin frenos. Si él no estuviere en movimiento para el frente, vuelve para atrás y, consecuentemente descenderá por la pendiente. En la vida espiritual nosotros estamos en un proceso constante de cambios, ya sea para mejorar o para empeorar. Eso ocurre porque todo es dinámico en la vida. Estamos en contacto con el mundo y en contacto con Dios. Aquél que ocupa mejor los espacios de nuestro corazón es el que va a prevalecer y dirigir nuestra vida. Fue eso que Jesús enseñó cuando dijo: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No puede servir a Dios y a las riquezas" – Mateo 6:24.

Imagine un ring donde luchan dos boxeadores. Los dos con la misma constitución física y técnica. En esa condición, hay una fuerte tendencia de que la pelea acabe solamente en el último asalto de empate. Sin embargo, si usted alimenta más a uno de ellos y exige un entrenamiento más riguroso, con una agenda llena de ejercicios de musculación etc. Mientras que al otro le diere una alimentación pobre y dejara de darle un entrenamiento constante, después de un mes en esas condiciones los pusiese a los dos a luchar, ¿cuál sería el resultado? Es obvio, aquél que estuviere bien nutrido y mejor entrenado vencerá esa lucha. Así es con nosotros. En nuestro interior es trabada diariamente el Gran Conflicto. En él luchan la carne y el espíritu. Tenemos que estar en alerta para esa batalla sabiendo que "el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu, es vida y paz". Romanos 8:6 "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis". – Gálatas 5:17. "Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna".- Gálatas 6:8.

Nuestros sentidos, la visión, el tacto, el paladar, la audición, el olfato son las ventanas de nuestra alma. Si a través de ellas permitimos entrar alimento espiritual, nuestro interés espiritual crecerá más. Sin embargo, si alimentamos nuestro espíritu con migajas o desechos estaremos fortaleciendo al "hombre carnal" con toda especie de ofertas que el mundo provee, y nuestro interés espiritual disminuirá cada vez más.

Piense: "La religión pura e inmaculada no es un sentimiento, mas la práctica de obras de misericordia y amor. Esa religión es necesaria a la salud y a la felicidad. Ella penetra en el contaminado templo del alma y, como un aguijón expulsa el pecado intruso. Posesionándose del trono, lo consagra por completo por su presencia, iluminando el corazón con los brillantes rayos del Sol de Justicia. Ella abre las ventanas del alma para el Cielo, dejando penetrar el brillo del sol del amor de Dios. Con ella viene la serenidad y el dominio propio. Aumenta la fuerza física, mental y moral, porque la atmósfera del cielo, como un instrumento vivo y activo llena el alma. Cristo es formado en vosotros, la esperanza de gloria". Ellen White, Review and Herald, 15 de outubro de 1901

Desafio: "Ciérrense las ventanas del alma contra el venenoso miasma de la Tierra, abriéndolas en dirección al Cielo. Para recibir los benéficos rayos del Sol de Justicia de Cristo". Ellen White, Conselhos Sobre Educação, pág. 188.


 

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Wanderley Gazeta
É professor no UNASP desde 1982. Casado com Sônia M. M. Gazeta, tem dois filhos, Jean Marcel e Marcus Fernando.

 

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Daniel Román Roque
Después de servir en Adra Perú por algunos años, Dios me continúa dando la oportunidad de Servirle aquí en Brasil traduciendo los textos de los comentarios de las Lecciones de la Escuela Sabática, producidos por pastores para "La Escuela en el Aire" (Escola no Ar). Por lo que quedo infinitamente agradecido a nuestro Padre Celestial por aún poderle servir.

 

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FONTE: http://www.escolanoar.org.br/Novo/impressao_es.asp?nivel=adultos_es&data=24/7/2009